miércoles, 12 de marzo de 2008

Destrucción de "lo occidental"

Luis Christian Rivas Salazar

Desde hace más de un año circula por Internet, un documento que lleva por título: Emancipación y contrahegemonia en Bolivia: estrategias para destruir la dominación k" hara (Documento apócrifo atribuido a García Linera).


Este documento destila entre sus líneas: odio, rencor, racismo y violencia. Como todo escrito sería inofensivo, si no creyera que delante de las armas, suelen desfilar primero las ideas. Este escrito plantea la tesis de destruir la dominación simbólica del mundo k"ara (mestizos, clases medias, altas y empresariales), es decir destruir todo lo que representa lo "occidental", lo "boliviano". Los dominadores de antes pasen a ser dominados por los anteriores excluidos y vilipendiados, que ahora están en el poder

Ese nuevo poder deberá ser total, no solo se trata de copar espacios de poder institucionales o de la sociedad civil, se trata de construir "un nuevo panóptico", "un ojo indígena", que vigile y controle todo.

Tenemos ante nosotros una especie de guerra cultural y simbólica, impulsada desde el Estado, y, para esto existen ciertas estrategias que vienen siendo implementadas de uno u otro modo en la realidad: destrucción de la "República de Bolivia", sus instituciones, el sistema de partidos políticos, sus mecanismos y operadores, la independencia de poderes, etc. Toda esta destrucción, se da vía Asamblea constituyente y su producto llamado Constitución.

Se busca introducir entre los movimientos sociales y en el texto constitucional, las nociones de descolonización, lucha de los pueblos, revolución democrática cultural, estado social plurinacional y comunitario; lucha contra el imperio, el capitalismo, las transnacionales, lucha antioligárquica, etc. Para que exista una polarización y una especie de maniqueísmo, lo bueno esta a favor del "cambio", lo malo es todo lo contrario.

En la destrucción de lo "occidental", está la quiebra del antiguo régimen (Tribunal Constitucional, Corte Nacional Electoral, etc.). Se busca embarrar figuras simbólicas representativas, líderes de oposición y de opinión, ex presidentes, ex dirigentes, periodistas, empresarios, dirigentes cívicos, prefectos, etc. Para esto, no importa humillar, ridiculizar y calumniar.

A la clase media se les debe quitar sus referentes culturales, como desconocer la utilidad de sus servicios, conocimientos y experiencias, así se mata su alma. Deben volverse manipulables y sin identidad, sin origen. Para esto, la escuela no debe ser neutra, debe existir una especie de andinización de la fe o epitafio de la religión católica.

La democracia ya no es individual, un individuo un voto. Esta democracia es instrumental y colectiva, se legitima por la movilización de sectores sociales. La democracia está sometida al poder, el cual definirá el límite de lo legal y lo legítimo de acuerdo a la "interpretación" y al "sentimiento" del "pueblo".

Esta especie de guerra política debe utilizar un uso selectivo de la crueldad política, esto significa: "criminalizar a la oposición" y la "judialización de la política", el primero busca identificar "enemigos" del proyecto indígena, afectar en su credibilidad, presionar en su renuncia, asociándolos a la corrupción que "siempre es del pasado", buscar "esqueletos en los armarios", procesarlos, enjuiciarlos, y, la "judialización de la política", dar tinte legal al capricho político.

Esta es la nueva elite política "vengadora", que busca monopolizar el poder, eliminando la disidencia y la resistencia mediante la fuerza y presión de los sectores sociales (chicotazos, cerco, golpes y juicios comunitarios), todo se puede arreglar en las calles.

La imagen del poder es muy importante, en cada evento político, fiesta, desfile, entrada folclórica, vigilia, partido de fútbol, fechas simbólicas, "spots" televisivos, debe ser aprovechado por el caudillo, quien siempre debe estar rodeado de "lo popular" y de altos miembros de las Fuerzas Armadas. Mientras las mas-as se movilizan, las decisiones se toman en la cúpula.

Existe un doble discurso, a nivel interno: es etnicista, racista, nacionalista y a nivel internacional, se pide "apoyo para gobernar" y comprensión.

Las cadenas de radios populares reproducirán el modelo colectivo, los agentes venezolanos, cubanos (también iraníes), mostraran las bondades de la revolución. Pero, la libertad de expresión no garantiza el eco de las palabras del presidente, por eso, los canales de comunicación gubernamental, deberán insistir en que todo lo que le sale mal al gobierno, es por culpa de los "enemigos", de los "opositores", que siempre "son unos cuantos" y "no representan a nadie", "siempre hay un oligarca debajo de la cama que no me deja avanzar".

La guerra económica, trata de quitar al empresario y a las clases medias sus recursos económicos, cerrando mercados, controlando el comercio, vilipendiando a la empresa privada, se busca empobrecerlos. De esta manera surgirá una nueva burguesía, y, la nueva empresa es comunitaria.

Esta destrucción de los símbolos y cultura de lo "occidental", resulta una tarea muy difícil. Ni por medio de una nueva Constitución se podrá destruir el internacionalismo, el mestizaje, la globalización, el capitalismo y la adopción de lo que se llama: "cultura occidental", esa cultura que nació fruto del choque con la cultura oriental en el mediterráneo. La misma, que nos dio la filosofía griega, germen de la ciencia; por la cual dejamos la superstición y el mito por la razón. Esa cultura, nos heredó el Derecho romano, la religión judeocristiana para los creyentes, y, la conformación de la República y la democracia liberal, que tan buenos frutos está dando en la sociedad abierta. A todo quieren darle la espalda. Insisten en volver al oscurantismo.

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